participación

La participación se ha convertido en un asunto de interés político y social. Los discursos políticos mencionan una y otra vez las virtudes de la participación de la ciudadanía en los asuntos públicos. Hoy por hoy, cualquier proceso orientado al cambio y a la mejora de las condiciones actuales incorpora la participación como un elemento fundamental.

Las iniciativas de participación que se emprenden son innumerables, lo que ha dado lugar a experiencias de todo tipo, tanto desde ámbitos institucionales diversos como asociativos y ciudadanos. Pero no es tan sencillo incorporar espacios y dinámicas participativas en sociedades con poca experiencia en este sentido, con instituciones con ámbitos de toma de decisiones sectorializados o alejados de la vida cotidiana en las que suelen prevalecer valores que promueven más la competencia y el individualismo que un trabajo común y un bienestar colectivo.

LOS PROCESOS PARTICIPATIVOS DEBEN ESTAR BIEN PLANIFICADOS, SER EFICACES Y EFICIENTES AL MISMO TIEMPO QUE CREATIVOS E INNOVADORES.

Desde ANTÍGONA, abordamos la participación desde la convicción de que las metodologías participativas constituyen el mejor camino para diseñar e implementar cualquier proyecto, lo que nos lleva a entender los procesos de participación desde una óptica concreta.

Trabajamos la participación como un proceso de implicación mediante el cual los diferentes actores plantean los problemas y soluciones, con metodologías y herramientas que fomentan la creación de espacios de reflexión y diálogo colectivos, encaminados a la construcción de conocimiento común. Este abordaje tiene en cuenta el escenario específico donde tiene lugar el proceso y las alternativas, en un contexto determinado política, social y económicamente, con el objeto de mejorarlo.

Nuestras actuaciones combinan siempre intervención en terreno con formación, en tanto propician la incorporación por parte de las personas participantes de las metodologías que se utilizan. A partir de la demanda de una entidad o colectivo con una inquietud o problemática a resolver, se trabaja con los diferentes actores implicados de manera tal que se llegue a un producto que implique una “respuesta colectiva” a la temática abordada, apostando por una transferencia metodológica que permita a los/las participantes incorporar la lógica de trabajo implementada.

Dependiendo de la temática, el contexto y los objetivos, las intervenciones pueden ser puntuales (dinamización de jornadas, encuentros, seminarios), a mediano (diagnósticos, evaluaciones, sistematización de experiencias,….) o largo plazo (presupuestos participativos, planes comunitarios,…).

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¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE PARTICIPACIÓN?

Desde nuestro punto de vista, hay preguntas previas que la mayoría de las veces se dan por supuestas o simplemente se ignoran, y que consideramos cruciales para entender tanto la participación, como su sentido: por qué participar, para qué y cómo participar.

El enfoque de participación (por qué y para qué participar) que subyace a cualquier estrategia que se plantee es un elemento crucial, ya que condicionará las metodologías que se implementen (cómo participar). Y el enfoque no aparece sólo en lo que se plantea a nivel discursivo sino sobre todo se plasma en las prácticas que todas y cada una de las personas implicadas realizan en lo cotidiano.

  • LA PARTICIPACIÓN ES UN PROCESO. No podemos diseñar la participación en torno a “momentos” puntuales en los que invitemos a la gente a participar. En cualquier contexto (barrio, comunidad, organización…) existen canales y formas en las que la gente participa, de las cuales tendremos que partir a la hora de implementar cualquier proyecto participativo. Los tiempos de la participación no coinciden con las fechas de comienzo y finalización de los proyectos que se implementan: es una especie de espiral en la que las intervenciones que planteemos se deben insertar, partiendo de “lo que hay”, de la situación actual del contexto de intervención, intentando “empujar” esa espiral a que dé una vuelta más para que, en el momento que el proyecto finalice, queden instaladas en el territorio unas capacidades que le permitan seguir avanzando en ese proceso.
  • LA PARTICIPACIÓN SE CONSTRUYE. Trabajar de manera participativa implica, ante todo, un cambio de hábitos, de actitudes… y este es un proceso lento, que se sustenta, se muestra y se promueve en los más pequeños detalles de lo cotidiano. En definitiva, lo que un proceso participativo intenta potenciar y construir son “otras formas de relacionarse”, otras formas de pensar la realidad y de actuar en ella.
  • LA PARTICIPACIÓN ES UN APRENDIZAJE. Este proceso se construye y lleva su tiempo, ya que debemos primero desaprender para luego aprender a funcionar con otras lógicas. No estamos habituados a trabajar con un enfoque participativo, no es lo habitual que encontremos espacios que propongan estas lógicas que, por tanto, no tenemos incorporadas.
  • TODAS LAS PERSONAS TENEMOS QUE APRENDER A PARTICIPAR. No se puede achacar la “falta de participación” sólo a la gente. Los técnicos y los gobernantes también tenemos que aprender a participar. La participación no se practica de manera unilateral, debe construirse entre todos y todas.
  • TODAS TENEMOS UN LUGAR Y UN ROL EN UN PROCESO PARTICIPATIVO. En todo proceso participativo se implican diferentes perfiles de actores (instituciones/técnicos/población) y cada uno juega un papel diferente en tanto tiene unos saberes también diferentes: las instituciones conocen y tienen la capacidad para intervenir a nivel de las normas y reglamentos, los técnicos saben acerca del tema (expertos temáticos) y la población conoce de primera mano las dificultades/problemáticas a las que se enfrenta en su día a día (expertos vivenciales). Un primer paso en este proceso de aprendizaje es el de reconocer cuál es mi papel, desde qué lugar aporto a este proceso, y el de respetar los saberes del resto de actores, ya que todos son fundamentales si queremos construir algo nuevo juntas.
  • A PARTICIPAR SE APRENDE PARTICIPANDO. No es posible “transmitir” teóricamente qué es o qué implica participar, es necesario experimentarlo, formar parte de este proceso de construcción colectiva.
  • LA PARTICIPACIÓN EMPIEZA EN LA IDENTIFICACIÓN DE NECESIDADES/PROBLEMÁTICAS COMUNES. Participar no es asumir las propuestas que otros elaboran para resolver mis problemas, tengo que poder participar en la identificación de esos problemas, de lo contrario es imposible asumir como propias las propuestas, ya que son pensadas desde otro lógica, y muchas veces vienen a intentar resolver (aún con la mejor buena voluntad) problemas que no siento como propios, problemas de y para otros/as.
  • LA PARTICIPACIÓN ES UN DERECHO Y UNA RESPONSABILIDAD. Muchas veces pensamos la participación como una obligación, lo que nos lleva a medir la participación en términos de las personas que “responden” o no a las consignas que planteo. Tenemos el derecho y la responsabilidad de participar en los temas que nos atañen, que afectan nuestra vida cotidiana, pero para eso debemos tener la posibilidad de participar en la identificación de esos temas.

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